Comprendo
que el título no es “políticamente correcto”, algo que como ya he dicho otras
veces me trae al fresco, y ni siquiera educado, cuestión ésta que si me preocupa,
pero quizá esa chispa irreverente sea suficiente para amarrar al hipotético
lector a la idea principal de estas líneas: hay cuestiones que son diferentes y
que no pueden sustituirse entre sí. Me refiero a la “inocencia” y la “decencia”.
Con
la lentitud y parsimonia a que nos tiene lamentablemente acostumbrados la
justicia, cada día va saliendo un detalle, un papelito, una fotocopia, un
imputado, un testigo, uno que entra en la trena (un ratito todo lo más), otro
que sale, uno que acusa, otro que niega… y la guinda del “y tú más” desde la
bancada de enfrente….
Me refiero a la cloaca de la corrupción
que poco a poco se va destapando no sólo en la “casta” política, sino también en
todos o casi todos los estamentos que de una u otra forma han llegado al “orgasmo”
del poder. Parece mentira hasta dónde llega el paroxismo en esos momentos en
los que uno se cree “on the top of the world”… me los imagino correteando por
el despacho recién estrenado (seguro que más grande que su casa) jugando con un
globo como Charles Chaplin en la película “El Gran Dictador”….
No
generalizo…¡ni se me ocurre!.. hay gente magnífica en todas partes… pero también
hay muchos otros que ya sea a través de la política, la empresa, las finanzas,
el sindicato… o el matrimonio… alcanzan un nivel de poder, político, económico,
social… que jamás soñaron y como son incapaces de metabolizarlo y estar a la
altura de las circunstancias, bajan las circunstancias a su altura moral y se
convierten en unos “indecentes” que usan y abusan de su cargo de forma
irresponsable en beneficio propio… y ¡oh casualidad!... todo confluye en el
mismo objetivo…llevarse “la pasta”.
Creo
profundamente en el Estado de Derecho y por tanto en que todo el mundo es
inocente hasta que no se demuestre lo contrario a través de un proceso judicial
con todas las garantías habidas y por haber… ¡faltaría más!
Pero
con la misma vehemencia creo también que quienes ostentan responsabilidad del
tipo que sea en instituciones, empresas, entidades bancarias, sindicatos… y
cualesquiera otro órgano o colectivo que aglutine intereses sociales, deberían
responder, no sólo del delito, sino también de la “decencia” de su gestión, que
puede no ser delictiva, pero si dañina para el interés general del colectivo que
representa o de toda la sociedad.
…
los delincuentes a la cárcel, por supuesto, pero los indecentes a su casa…
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