El exitoso conferenciante Emilio Duró, del que pueden ilustrarse acudiendo a “you tube”, considera que lo peor que puede pasarle a alguien es que se le instale en su vida “un gafe”. Lo cuenta con tanto salero y convicción que, sin duda, tiene razón.
Pues bien, yo creo que en los tiempos que vivimos todavía existe una figura más peligrosa y negativa: el “amargao”.
El “amargao” es un ser que de forma invariable está siempre en contra de todo. Un tonto vocacional al que todo le da igual porque su necedad le ciega de tal manera que es incapaz de saborear la vida.
Nadie en su sano juicio puede presumir que todo siempre le va bien. Aunque las cosas verdaderamente importantes que tenemos sobre el tapete no son muchas – yo diría salud, amor y dinero suficiente para vivir – incumbe a nuestra familia, a nuestros amigos… y no es frecuente que la vida surque sin tropezar con escollos graves o muy graves para alguno de ellos lo que, indudablemente, nos hace sufrir.
Pero en tanto la vida se agriete o incluso se estrelle contra una de esas rocas afiladas que el destino nos tiene a todos preparadas…. ¿hay algo más tonto que estar “amargao” contra el mundo?.
El “amargao" no se conforma con cargarse de bilis para autoconsumo hasta las trancas, sino que en alarde de generosidad va repartiendo su “mala leche” por doquier, dispuesto a cargarse la sonrisa y el ánimo del primero que se le cruce. Y, ciertamente, ¡a eso no hay derecho!.
Ahora que el ambiente es especialmente sombrío y duro, propio del día después de una fiesta salvaje en la que nos hemos gastado hasta la hucha del niño y nos corresponde recoger, limpiar y dejar el local en condiciones y con recursos para las generaciones venideras, se impone salir de casa “desamargao”.
Sonreir, aunque sea sólo un poquito, es gratis y reconforta al que recibe el gesto. Apreciar la amabilidad de los demás, es de agradecer. Tratar a quien te interpela con educación y respeto es lo menos que se puede esperar. Abrir los ojos y el entendimiento a todo lo bello que nos rodea, aunque sea tan simple como las pequeñas lilas que sólo florecen unos días, o las margaritas que luchan contra los herbicidas en los escasos lugares de césped urbano…
Se puede disfrutar de un huevo frito y saborearlo a voces. Nadie prohíbe darse un largo paseo en soledad recordando buenos momentos pasados y proyectando otros.
Cada día, la vida nos ofrece millones de regalos que podemos y debemos recoger e incorporar a nuestro ánimo por nuestra propia sanidad mental, para ayudarnos a pensar en positivo, para hacer la vida más agradable a los demás. Para sumar energías en la búsqueda de una sociedad mejor.
“Amargaos” del mundo… ¡rendiros!... o haceros a un lado porque, sinceramente…. Con vosotros no se llega jamás a ninguna parte que merezca la pena.