domingo, 22 de abril de 2012

AMARGADOS DEL MUNDO ¡RENDIROS!


            El exitoso conferenciante Emilio Duró, del que pueden ilustrarse acudiendo a “you tube”, considera que lo peor que puede pasarle a alguien es que se le instale en su vida “un gafe”. Lo cuenta con tanto salero y convicción que, sin duda, tiene razón.
            Pues bien, yo creo que en los tiempos que vivimos todavía existe una figura más peligrosa y negativa: el “amargao”.
            El “amargao” es un ser que de forma invariable está siempre en contra de todo. Un tonto vocacional al que todo le da igual porque su necedad le ciega de tal manera que es incapaz de saborear la vida.

Nadie en su sano juicio puede presumir que todo siempre le va bien. Aunque las cosas verdaderamente importantes que tenemos sobre el tapete no son muchas – yo diría salud, amor y dinero suficiente para vivir – incumbe a nuestra familia, a nuestros amigos… y no es frecuente que la vida surque sin tropezar con escollos graves o muy graves para alguno de ellos lo que, indudablemente, nos hace sufrir.

Pero en tanto la vida se agriete o incluso se estrelle contra una de esas rocas afiladas que el destino nos tiene a todos preparadas…. ¿hay algo más tonto que estar “amargao” contra el mundo?.

El “amargao" no se conforma con cargarse de bilis para autoconsumo hasta las trancas, sino que en alarde de generosidad va repartiendo su “mala leche” por doquier, dispuesto a cargarse la sonrisa y el ánimo del primero que se le cruce. Y, ciertamente, ¡a eso no hay derecho!.

Ahora que el ambiente es especialmente sombrío y duro, propio del día después de una fiesta salvaje en la que nos hemos gastado hasta la hucha del niño y nos corresponde recoger, limpiar y dejar el local en condiciones y con recursos para las generaciones venideras, se impone salir de casa “desamargao”.

Sonreir, aunque sea sólo un poquito, es gratis y reconforta al que recibe el gesto. Apreciar la amabilidad de los demás, es de agradecer. Tratar a quien te interpela con educación y respeto es lo menos que se puede esperar. Abrir los ojos y el entendimiento a todo lo bello que nos rodea, aunque sea tan simple como las pequeñas lilas que sólo florecen unos días, o las margaritas que luchan contra los herbicidas en los escasos lugares de césped urbano…

Se puede disfrutar de un huevo frito y saborearlo a voces. Nadie prohíbe darse un largo paseo en soledad recordando buenos momentos pasados y proyectando otros.

Cada día, la vida nos ofrece millones de regalos que podemos y debemos recoger e incorporar a nuestro ánimo por nuestra propia sanidad mental, para ayudarnos a pensar en positivo, para hacer la vida más agradable a los demás. Para sumar energías en la búsqueda de una sociedad mejor.

“Amargaos” del mundo… ¡rendiros!... o haceros a un lado porque, sinceramente…. Con vosotros no se llega jamás a ninguna parte que merezca la pena.

lunes, 16 de abril de 2012

¡VIVA EL REY!


Ya comprendo que es muy complicado disociar entre la persona y la institución.  Sobre todo cuando esa institución tiene un origen tan arcaico y además es hereditaria, pero tal vez sea la única forma de buscar una salida digna a una situación indignante.

Me confieso monárquica por convicción, y tengo aprecio personal hacia la persona de D. Juan Carlos. Tuvo una infancia muy dura, una juventud sacrificada e incierta, una madurez muy compleja y ahora una ancianidad llena de sobresaltos.

Me parece absurdo que haya que restregarle continuamente que vive a costa del presupuesto del Estado. ¡Faltaría más! ¡Anda que no hay mastuerzos por ahí sumergidos en el permanente anonimato para hacer nada y que viven como sanguijuelas a nuestras espaldas!

D. Juan Carlos ha estado siempre (o casi) a la altura de las circunstancias. Ha sabido de forma pragmática y efectiva conducir España desde una situación “atada y bien atada” hasta una democracia contrastada, y hasta excesiva diría yo al constatar que no todo puede someterse a la decisión de las urnas, por muy transparentes que estas parezcan.

Nos llevó “de la Ley a la Ley”, sin sobresaltos, conduciendo con acierto las energías y esfuerzos de todos. Y aquí estamos, con nuestros defectos y nuestras virtudes, y él también.

D. Juan Carlos se ha equivocado aceptando ir a la cacería, y como el diablo enreda que da gusto se ha metido un talegazo por las escaleras y así se ha hecho pública y notoria una canita al aire que, en estos momentos, ha sentado como un puñetazo en el píloro y con razón.

Pero ¿qué ha hecho el Rey?. Nada, ni bueno ni malo, Simplemente estaba en “stand by”. Era un viaje personal y privado. No se trataba de un viaje de Estado. El Rey no ha agarrado una borrachera en una Cumbre en Bruselas, ni le ha partido la cara a un colega, ni le ha mirado el escote a Merckel, ni tocado el culo a Carla Bruni…Ni Juan Carlos tampoco, por cierto ha hecho nada de eso, afirmación que no puede hacerse de otros Jefes de Estado.

Seamos sensatos que con las cosas de comer no se juega y, ahora mismo, entre pitos y flautas estamos poniendo toda la despensa en el tapete verde y como nos salga mal la apuesta las vamos a pasar muy, muy canutas y, ciertamente, en nuestra generación no estamos acostumbrados a pasar hambre.