ÉTICA
y ESTÉTICA
No
me cabe la menor duda de que todos somos inocentes hasta que no se demuestra lo
contrario elevado a categoría de “verdad judicial” en forma de sentencia…. pero
nada tiene esto que ver con la ética y menos aún con la estética.
Una
cosa es el imperio de la Ley, del derecho positivo en que se fundamenta la
Justicia y otra bien distinta y más rigurosa la conciencia personal y colectiva
que determinan unas exigencias de valores y comportamientos que van más allá de
los mínimos legalmente exigibles.
Al
mismo tiempo, y en cauce paralelo a esas exigencias, discurre la ejemplaridad
en el comportamiento de quienes son considerados “líderes” sociales en cualquier
campo de actividad humana, desde el deporte a la política pasando por las artes
o las ciencias.
Me
parece imprescindible respetar la presunción de inocencia de quienes se dedican
a la vida pública porque estamos convirtiendo los medios de comunicación en
verdaderos circos romanos donde las fieras de turno, bastante bocazas la
mayoría, devoran el honor, la dignidad y
la fama del que toca.
Con la
misma firmeza considero que no es ético, aunque sea legal, adoptar decisiones
contrarias al interés nacional cuando se dice defenderlo, o cuando se vive del
erario público – como político, deportista, cineasta o escritor…. tanto da un
sueldo que una subvención. No, no es ético tener los ahorros fuera de España,
aunque ya se hayan pagado los impuestos que correspondan.
…
y desde luego no es nada estético seguir en el cargo o bajo los auspicios de
nuestros impuestos como si nada hubiera pasado…
De
todos estos personajes que los “papeles de Panamá” han abierto en “canal”
estarán aquellos que son manifiestamente defraudadores y sobre ellos deberá
caer el peso de la Ley, pero también estarán los que mientras nos cuentan una
milonga con una mano se llevan sus dineros fuera de España con la otra y aunque
lo hagan legalmente…¿Por qué tenemos que confiar o promocionar a españoles que
no de fían de su patria?. Eso no es ético y, desde luego, no resiste un segundo
la estética que debe mantener un personaje público.