lunes, 23 de abril de 2018



Publicado en la Revista Digital "El Asterisco"

https://www.elasterisco.es/inseguridad-juridica/


INSEGURIDAD JURÍDICA: VIVIENDO SOBRE ARENAS MOVEDIZAS

Hace escasas fechas asistí a un acto de divulgación para profesionales del Derecho y de la Administración, relativo a la nueva Ley de Contratos del Sector Publico. En los inicios de su disertación, el Catedrático de Derecho Administrativo que protagonizaba la conferencia pronunció en voz alta algo que yo, jurista de a pie, llevo pensando desde hace unos cuantos años sin atreverme a verbalizarlo más allá de la circunscripción de un café. “Se hace imprescindible eliminar el artículo 6.1 del Código Civil. Ese tan conocido por todos que nos recuerda que la ignorancia de las leyes no nos exime de su cumplimiento… porque a estas alturas de “desorden jurídico”, por mucha base de datos y por mucha ayuda virtual que tengamos es total, completa y absolutamente imposible que nadie se sepa las leyes que ha de cumplir. Así lo afirmó y poco me faltó para ponerme en pie y romperme las manos en cerrada ovación.
Tenemos normas para todo, y sus contrarias
Tenemos normas para todo, y sus contrarias, normas básicas del Estado, de las 17 Comunidades Autónomas, normas provinciales en algunos casos y locales en otros muchos… y normas de toda institución que se precie, incluidas nuestras Comunidades de Vecinos… y que no se nos olviden también las que vienen de Europa y que hay que transponer aunque nada tengan que ver con nuestra tradición legislativa ni nuestras costumbres inveteradas.
Y por si el caos no fuera ya manifiesto, nace la rimbombante Administración Electrónica que, lejos de simplificar, ha convertido cada Reino de Taifas administrativo en un inexpugnable castillo
Todo está medido y pesado. Lo que se puede hacer, y lo que no, cómo, cuándo, dónde y con quién, lo que está prohibido de la raya para acá pero autorizado de la raya para allá, quién tiene competencia en según qué circunstancias o no. Es un auténtico despropósito e imposible de conocer y cumplir. Y por si el caos no fuera ya manifiesto, nace la rimbombante Administración Electrónica que, lejos de simplificar, ha convertido cada Reino de Taifas administrativo en un inexpugnable castillo con un puente levadizo en forma de Sede Electrónica al que hay que acceder con una llave mágica de firma electrónica, DNI con su clave o tarjeta criptográfica… ¡ahí es nada! De momento si es usted persona física goza de un salvoconducto y puede seguir yendo a las oficinas y recibiendo las notificaciones en papel, mediante cita previa claro, pero no falta demasiado tiempo para que usted se convierta para la Administración en una dirección de email. Todo se andará.
Cada vez que alguien habla del logro de acercar la administración a los ciudadanos o de humanizar la burocracia no puedo reprimir una carcajada… No sé si de pena o nerviosa, porque si hay algo que se ha complicado hasta la nausea y deshumanizado por completo es la Administración Pública.
Hasta hace no muchos años podíamos acudir a una ventanilla de cualquier administración y si no era de su “negociado” te indicaban con cierta amabilidad lo que tenias que hacer. Incluso cogías la guía telefónica, llamabas y te atendía un funcionario de carne y hueso que te daba toda suerte de explicaciones. Hoy eso es historia. Si acudes en persona te conviertes en un ser invisible si es que no has pedido por internet cita previa… Si llamas por teléfono vas de máquina en máquina perdiendo el tiempo y la paciencia hasta conseguir que un ser humano aparezca al otro lado de la línea.
Vivimos sumergidos en una indefensión total y absoluta motivada por la elefantiasis de un desorden normativo que nos supera
A pesar de que las generaciones actuales gozan de un nivel de formación medio superior a las anteriores, o eso dicen, a pesar de todos los medios materiales con los que contamos, a pesar de la maravilla que supone acceder al conocimiento desde el teléfono que tenemos pegado a la palma de la mano vivimos sumergidos en una indefensión total y absoluta motivada por la elefantiasis de un desorden normativo que nos supera y la enorme dificultad de encontrar respuestas ante un monstruo descomunal en que se ha convertido la Administración Pública en sus múltiples divisiones, nacional, autonómica, provincial y local.
Mucho hablamos de la contaminación medioambiental, pero muy poco o nada de la “contaminación legislativa”, provocada por la cantidad de normas no expresamente derogadas que conviven con otras que técnicamente les sustituyen pero solo parcialmente, al extremo de que resulta muy difícil saber cuál es aplicable, convirtiendo nuestro hábitat en un manglar de inseguridad jurídica.
Italia, este país que a fuerza de profundizar en sus rasgos parece en ocasiones una caricatura de sí mismo, ya fue escenario de una iniciativa que me parece encomiable: durante uno de los gobiernos de Berlusconi hubo un Ministro de Derogaciones. Desde luego que si alguna vez vuelvo a la política ese sillón será mi máxima aspiración.
Nuestra Libertad, bien jurídicamente protegible de rango superior, no puede ejercerse si no se conoce con certeza el marco normativo en el que nos movemos
Yo no creo que esta situación de inseguridad jurídica tenga que ser una consecuencia aceptada como mal menor, supeditada a las aspiraciones legislativas y normativas de tanto ente productivo. Nuestra Libertad, bien jurídicamente protegible de rango superior, no puede ejercerse si no se conoce con certeza el marco normativo en el que nos movemos.
Ojalá algún partido político reflexione sobre ello e incluya en su programa la lucha contra la “contaminación legislativa”, algo tan novedoso como imprescindible para todos.

lunes, 9 de abril de 2018




ASI, NO...


Así no vamos a ninguna parte... es cuestión de actitud, de talante, de optimismo ante la vida... el primer paso es sentir que podemos.. para poder.
Dejarse llevar por el determinismo, el derrotismo, el pesimismo o el pasotismo vital es una forma de muerte individual que arrastra a todos y no hay derecho a ello.