Respeto
a los que hacen del dinero el centro de su vida – allá cada cual con sus
objetivos – pero no les admiro… más bien me producen pena porque confunden el
“ser” con el “tener” y por lo tanto han emprendido el camino de la
insatisfacción e infelicidad en el que todo será insuficiente.
Quizá
parte de la amargura que nos rodea es, precisamente, por la cantidad de
personas que durante años se han dejado llevar por los ríos de leche y miel que
bajaban cantarines por las laderas en los que era tan fácil meter el cazo creándose
así una dependencia de la que ahora es muy duro salir…
Por supuesto que hay que trabajar
para obtener recursos suficientes para vivir … no soporto los “bohemios” que le
cantan a las nubes rogando por el maná…
Pero entre los portadores del
cazo que anhelan el "cuerno de la abundancia" y los trovadores del cuento, hay un importante estrato en el que, a mi
parecer, nos encontramos muchos…. que trabajamos para vivir, y vivimos para
soñar… No se trata ni mucho menos de despreciar la realidad, sino de ejercer el
derecho de todo ser humano a tener un espacio para los ideales, los sueños, la imaginación… el único mundo verdaderamente
abierto a la libertad individual.
Es innegable que tenemos que
cumplir con las múltiples obligaciones que la vida nos va poniendo sobre las
espaldas y sobre la conciencia, pero llega también un momento en el que es necesario
ponerle un dique a la realidad. Levantar frente a ella una presa.
Una presa que nos sirva para
proteger el mundo de nuestros sueños… ese valle que limita en su norte con
nuestro “yo” responsable y que avanza hacia el horizonte con la suavidad de una
caricia a sumergirse en todo aquello que nos hace sonreír a solas. Un espacio
sin obligaciones, sin tiempo… un vacío que rellenar con ideas, pensamientos,
anhelos, deseos, fantasía…. Con cómodas nubes de algodón sobre las que sentarse
para charlar sobre todo y sobre nada… sobre cómo arreglar el mundo o porqué
dicen que Plutón ya no es un planeta…
Es necesario tener tiempo para
vivir, para disfrutar de las pequeñas cosas, para charlar con uno mismo, para
saborear lo mucho que hay de bueno en las personas que nos rodean, para
intentar hacer felices a los demás… y sobre todo para elegir una estrella a la
que perseguir… la más brillante y lejana por la que suspirar al verla aparecer
cada día, conscientes de que nuestro brazo nunca podrá alcanzarla.
Y mientras tanto, leo en El Mundo de hoy que "El gas que hay en las nubes de NGC 6559, principalmente hidrógeno, es la materia prima a partir de la cual se forman las estrellas"... y me rebelo. Me parece muy bien que los científicos vayan avanzando hasta
descubrir, que no lo creo, las claves
del Universo pero… ¡que no nos destripen el camino!.
… no… las
estrellas no son de hidrógeno… las estrellas están hechas de la materia de la
que se nutren los sueños…
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