domingo, 16 de octubre de 2011

SAN SEBASTIAN O CUANDO LA CORDURA SE PIERDE

                Indignado, -da adj. Que está muy enfadado o disgustado por algo que considera injusto, ofensivo o perjudicial.
            Informa la página web de RTVE que el próximo lunes “Una conferencia internacional promovida por seis entidades que trabajan en el ámbito de los derechos humanos y la resolución de conflictos reflexionará en San Sebastián en torno al proceso de paz y normalización del País Vasco, con el objetivo de impulsar "un avance significativo" hacia el fin de la violencia” (sic).
            Leo en El Mundo la lista de “asistentes”.  Respecto de los extranjeros que van a estar en esta “Conferencia”, francamente no recuerdo haber visto a ninguno por la tele en los funerales de los casi mil asesinados de ETA.
Me resulta especialmente llamativa la asistencia Kofi- Annan que irá por primera vez a San Sebastián. Tuvo ocasión de hacerlo como Secretario General de la ONU, en las manifestaciones previas al asesinato de Miguel Ángel Blanco y a su posterior entierro, pero no lo hizo.
Por “España” acudirán al encuentro “internacional”,  representantes políticos del PSE –EE , que es el PSOE con chapela y de UGT y CCOO. Unos y otros, partido nacional y sindicatos que cobran de los presupuestos del Estado.
 Ni que decir tiene que en la fila 0, y siguiendo la terminología de Arzalluz, estarán  los que “mueven el árbol” y los que “cogen las nueces” – en sus distintas versiones.
… Ahora resulta que al asesinato, el secuestro y la extorsión hay que llamarlo “conflicto”.
… Ahora resulta que al terrorismo hay que llamarlo guerra, porque dicen que hay que firmar la paz.
… Ahora resulta que son los huérfanos, las viudas, los padres y los hermanos de los asesinados; los mutilados, los secuestrados, los extorsionados, los al parecer más de 200.000 vascos en el “exilio” que han tenido que salir huyendo para poder vivir, en definitiva, los que ni están ni pueden estar en esta ignominia los que han de ser objeto de “normalización” para que sus verdugos impulsen un avance significativo para el fin de la violencia.
Pocos hechos se me antojan tan injustos desde la perspectiva moral, tan ofensivos a la dignidad humana y tan perjudiciales para la convivencia social en el marco de la Justicia y de la Paz que esta Conferencia.
Que los “indignados profesionales” estén a su bola en Sol con su movida tope guay y nada tengan que decir a esto expresa mucho también de su actitud colectiva ante la vida.
Verdaderamente el grado de amoralidad, de indignidad y de injusticia que existe en la sociedad nos está devorando de tal forma que estamos perdiendo la cordura y con ella el futuro.

1 comentario:

  1. La cordura social está perdida. El egocentrismo ha depredado a la razón, y la injusticia campa por sus respetos. En tales circunstancias, las esperanzas de recuperación social son muy escasas.

    Pero no por ello se ha difuminado por completo la sensatez. No es una situación nueva. No hay más que repasar la historia de la Humanidad - y de este país en particular - para encontrar momentos críticos similares. Y, asumiendo el despropósito, no dejar de mantener una auténtica indignación con quienes, por activa o pasiva, han llevado a la sociedad a tanta bajeza.

    Lo que han pretendido esos violentos despiadados - que no los "actores subcontratados" por ellos para tan repugnante reunión - es inútil. Por más que se empeñen no van a poder borrar el hecho incontrovertible de los muertos. Y sus víctimas - que en mayor o menor grado somos todos - jamás podrán olvidar, aunque, en su caso, perdonen.

    Sin embargo, en mi particular opinión, esos despreciables organizadores de tan infame reunión, son consecuentes: actúan en consonancia con sus intereses. Lo verdaderamente lamentable son sus corifeos, esos pobres políticos que los apoyan con su asistencia o su silencio, sin alcanzar a comprender que serán fagocitados si esos o similares proyectos prosperan.

    Expresemos nuestra auténtica indignación, por tanto, para que las víctimas recuperen su Dignidad, en la certeza de que los que cayeron jamás saldrán de la Memoria y en la confianza de que algún día esta sociedad enferma salga de tan penoso trance, y dé paso, sin temor, a la Justicia.

    ResponderEliminar