domingo, 23 de octubre de 2011

VIDAS VIRTUALES

Salvo muy honrosas excepciones, andamos todos un poco desubicados “strictu sensu”. Estamos aquí y allá a la vez, que es tanto como sugerir que no estamos, “de verdad”, en ninguna parte.
            En muy pocos años “nuestro pequeño mundo” se ha hecho inmenso hasta el extremo de perder la percepción del espacio. Vemos y hablamos en tiempo real con personas a las que no conocemos y que se encuentran en el otro extremo del orbe.
En unas semanas entablamos “relación virtual” con más congéneres que nuestros abuelos en toda una vida.
Nos resulta más fácil volcar nuestra opinión, sentimientos y percepciones sobre un teclado y ante una pantalla que cara a cara con otra persona.
Consumimos con fruición ideas en 140 caracteres y hay quienes sólo viven para colgar fotos en su muro.
Es casi fuerza irresistible sentarse ante el ordenador y no entrar en Twitter o Facebook.
A muchos se les hace complicado atender la tele sin un tablet en la mano para no perderse el “bullicio” de las redes. Y más curioso aún: muchos de los tertulianos que protagonizan las noches televisivas están twiteando de forma simultánea con quienes les siguen desde sus casas quienes, a su vez, también hacen lo mismo….
Confieso mi interés por las redes sociales. No se puede dar la espalda a esta novísima forma de comunicación,  pero he de decir que las más de las veces asisto de “voyeur”, en silencio.
Me imagino estar en una plaza pública, rodeada de cientos de miles de personas que se interpelan, se cuentan, dan noticias, publican chismorreos, ligan, exponen sus ideas, opinan, e incluso sueltan exabruptos … supongo que como ocurriera en el Ágora ateniense, o el Foro de romano pero miles de años después.
Pero no es lo mismo.
El mensaje trasciende al mensajero, tan compulsivo como irreflexivo. Importa “lo que se dice”, no “quién lo dice” de tal forma que la opinión más indocumentada y frívola está en pie de igualdad con la de un experto en el tema.
Consumimos noticias con la misma velocidad que damos cuenta de una bolsa de pipas. Las dos nos entretienen, tanto da un terremoto con miles de muertos que el derrocamiento de un dictador, el abandono de las armas de unos terroristas o el podio de unos deportistas…
Todo es absolutamente superficial. El “Carpe Diem” llevado a su máxima expresión en el menor lapso de tiempo posible.
“Carpe diem, quam minimum credula postero” o aprovecha el día de hoy, y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana.
Craso error: siempre hay que mantener la fe y la esperanza en el día de mañana a menos que seamos los titulares de una vida “basura” de usar, consumir y tirar.

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